sábado, 23 de mayo de 2015

¿Qué pasaría si todos los humanos desaparecieran, sin más, de la Tierra? De pronto, tras haber sido controlada por la humanidad durante milenios, la naturaleza reclama el planeta. ¿Cómo evolucionarán animales y plantas?, ¿cuánto tiempo se mantendrán en pie edificios, embalses, centrales eléctricas o monumentos sin que nadie los repare?



       Los sistemas automáticos siguen funcionando, a pesar de que sus dueños han desaparecido. Los ordenadores se siguen comunicando con los ochocientos satélites que orbitan alrededor del planeta. Las más de cincuenta mil plantas energéticas de todo el globo siguen produciendo electricidad.
      En Canadá, las plantas de carbón producen el 17% de la electricidad del país. Para que la planta siga funcionando, necesita un suministro constante de carbón. Pero como hemos desaparecido,  no llegará a más. Las plantas de carbón empiezan a fallar. La red de suministros de los estados y provincias occidentales se paraliza por falta de energía. Las brillantes luces de Las Vegas se extinguen para siempre.

      Han pasado 55 minutos desde que nos evaporamos.

      El sol aparece entre las nubes e ilumina Pensilvania, donde aún funciona la red de suministro. La temperatura sube así que los aparatos de aire acondicionado se ponen en marcha. Aumenta la necesidad de energía eléctrica. Esta zona funciona con energía eólica ademas de con la térmica. A pesar de que nos estamos, los molinos de viento siguen girando. El problema es que en la central de la ciudad, no queda nadie para decidir que hace falta más energía. Los ordenadores detectan un problema y apagan todos los sistemas.


      85 minutos desde nuestra desaparición.

      En Canadá, en las cataratas del Niagara, se encuentra una de las principales plantas  hidroeléctricas del mundo. Antes de que nos evaporáramos, producía energía para mas de dos millones de hogares. Río arriba, el agua invade los túneles que serpentean bajo la ciudad. Cuando llega a la planta, mueve las turbinas y crea electricidad. Sin embargo como no hay nadie en los controles, las turbinas se inundan y la planta se detiene automáticamente. Segundos después, se producen apagones en diversas zonas de Ontario y del estado de Nueva York.

      Han pasado 96 minutos desde que hemos desaparecido.

      La pérdida de electricidad en todo el mundo afecta por fín a las plantas nucleares. Los sistemas automáticos detectan un  fallo en el suministro eléctrico y apagan los rectores.

      6 horas después de que nos hayamos evaporado, el Sol se pone en Europa.

      Las últimas plantas de energía se apagan. Vuelve la era de la oscuridad.
      En América del Norte aún brilla el Sol y miles de coches siguen en marcha. Cada litro de gasolina que consumen desprende 2'5 kilos de dióxido de carbono al aire.
      Las fábricas de todo el mundo se van paralizando poco a poco por falta de energía. Algunos gases no pueden almacenarse en estado líquido sin usar aparatos eléctricos para enfriarlos. Como éstos no funcionan, nos líquidos comienzan a hervir y producen enormes y peligrosas presiones. Muchos tanques tienen válvulas de escape que expulsan gas para evitar una explosión. Los gases se extienden allí donde los lleva el viento. Algunos son más pesados que el aire así que suponen un peligro para cualquier ser vivo que tenga el hocico cerca del suelo.
      Los mismos productos químicos que hicieron posible el mundo moderno campan a sus anchas por un mundo que nada sospecha. Hasta ahora, los sistemas de emergencia contienen la energía nuclear de las plantas de todo el mundo. Los generadores  se han puesto en marcha automáticamente. Pero el diésel no durará eternamente.
      Los animales domésticos de todo el mundo empiezan a tener hambre.
Los fallos eléctricos afectan a los zoológicos y safari parks de todo el mundo. Los depredadores son libres para explorar un territorio desconocido, plagado de peligros desconocidos para ellos.

      Una nube de cloro gaseoso se ha escapado de un tren que ha descarrilado y ha matado a una manada de ciervos.
      Cada vez hay más problemas en algunas instalaciones de gas natural. Como no hay electricidad están empezando a calentarse y a producirse fugas. La mayoría se quema, gracias a un sistema de seguridad automático que tienen las plantas para contener las fugas. Sin embargo, el gas explosivo de los tanques que se  escapa podría alanzar a algunos de los coches que sus propietarios dejaron en marcha al desaparecer. Basta con alguna pequeña chispa para que el coche explote. Centenares de plantas químicas de todo el mundo se incendiarán y el fuego durará días.
      En tan solo 6 horas, nuestra desaparición ha activado distintas bombas de relojería por todo el mundo.

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