domingo, 14 de junio de 2015

Ya han pasado 120 años desde que el ser humano dejara de habitar en la Tierra.

      Gran parte de los rascacielos se han desplomado y convertido en montañas de escombros. El asalto constante del aire y la lluvia ha terminado con las paredes de hormigón. Cuando gobernábamos el planeta el asfalto absorbía el 25% del calor del Sol. Hacía calor en las ciudades, unos 10 grados más que en los bosques y prados que las rodeaban. Sin embargo, ahora que ya no estamos, el negro asfalto está cubierto de hierba y árboles.
      La temperatura desciende. El clima también está cambiando en el campo.
      Gracias a los océanos el calentamiento global por fin se ha solucionado. Durante el siglo pasado,
las olas fueron absorbiendo el dióxido de carbono que quedaba contenido en las capas superiores de los mares. El plancton microscópico y los pequeños invertebrados lo han recogido en su organismo. Al morir, caían al fondo del océano y se llevaban el dióxido de carbono con ellos.
      120 años después de que el último coche se detuviera, la mayor parte de los gases que emitían, se ha eliminado por fin. Los cambios se dejan sentir a lo largo y ancho del nuevo mundo.

140 años después de nuestra repentina marcha.

      Hace tiempo, los humanos mataron a casi todos los lobos que había en Alemania. Ahora miles de lobos recorren Europa. Tienen que comer cada pocos días, así que se dirigen al centro tras las huellas de sus presas, los ciervos. Esta jungla urbana es ahora su territorio de caza.

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